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El bar/restaurante donde teníamos «la looserstable» ha cerrado. Para siempre. Que curioso. Ese bar empezó antes que la gran corporación (que está al lado) tuviera ni una piedra en sus, ahora, emblemáticos edificios. El bar ha estado durante todo este tiempo.
Que curioso.
Al final, la gran corporación ha acabado por comprar el local que el bar alquilaba; un alquiler no renovado. Adiós Looserstable. Que vueltas de la vida… Unos crecen sin parar devorando a su paso todo lo que pueden. Otros tratan de mantenerse y no desaparecer, hasta que las fuerzas ya no aguantan, hasta que la evidencia cae por su propio peso. Recuerdo el post de la noria, el post del «fucking» día de la marmota, el de mirando a la pared… Todo da vueltas, … Empiezo a marearme…
Complejos…
Siempre he tenido un gran complejo de inferioridad. Un complejo que se agudiza en aquellas situaciones donde yo soy el desconocido. Donde nadie me conoce. Complejo y miedo a no ser bien recibido, a que se rían de mí por lo que sea. Recuerdo las primeras veces que iba a la Looserstable. Trataba de comer tan rápido como podía por que mi complejo me carcomía por dentro: cada mirada, cada gesto, cada comentario de las otras mesas era una ofensa disimulada hacía mi. Que duros eran esos tiempos psicológicamente hablando… ¿El tiempo te curte? No se si ha desaparecido el complejo. Pero es como que me da igual. Quizás el tiempo no te curte: te hace «pasota».
Sea como fuere, ese Bar ha visto pasar mi complejo, inherte, impasible, pero ha ocurrido allí…
Despedida…
Quisimos juntarnos todos. Quisimos dar un último adiós a la gente que trabajaba en ese Bar, que ha forjado su vida sirviendo día a día a la gente del alrededor, principalmente a los trabajadores de la Gran corporación.
…Imposible
Pero no pudo ser. Dichoso Covid se interpuso en el camino. Fué imposible. ¿De que forma más looser podría acabar nuestra mesa? Bajo ese punto de vista: exquisito, looser a más no poder.
Recuerdos…
Recuerdo mi época de fumador. Cuando comía en ese bar. Cuando se podía fumar donde quisieras. Cigarrillo antes de comer. Cigarrillo entre plato y plato. Cigarrillo al acabar. Recuerdo que me sentía bien allí, una vez superado mi complejo, por que las caras eran conocidas y te dejaban en paz, por que no tenías que dar saludos obligados, por que no había espera y no había prisa. Recuerdo llorar en esa mesa cuando las cosas no iban bien en el trabajo.
Recuerdo que dejé de fumar.
Adiós…
Me pude despedir. No fue la despedida que imaginaba. Y antes de irme a casa, con el bar cerrado, hice algunas fotos. No soy un gran fotógrafo. Pero a mi me sirven para recordar. No pude llorar. Quizás no soy consciente de lo que venga ahora. O no quiera verlo. El verano, las vacaciones lo adornan todo…
En la primera época que íbamos al Bar, más jóvenes, hablábamos del trabajo, incluso de cómo progresar, de nuestros logros, de los problemas y cómo superarlos. Muchos deseos, planes de futuro forjados en ilusiones y en probabilidades infinitesimales. La mayoría no se han cumplido ni lo harán nunca.
En la última época que ibamos al Bar, ya veteranos de la vida, los planes se fueron transformando en desidia, en resignación, hablábamos poco, nada teníamos que decir nadando en nuestra realidad, un mar de angosta realidad… Costaba ya mucho coincidir los 4 o 5 fijos… Estábamos de lleno en una madurez dorada, luciendo cadenas de oro y plata, siendo todos realistas de la gran estupidez y hasta maldad que nos rodeaba, con grandes ansias de poder, la mayoría siendo hijos ilegítimos del trabajo, regentes del infierno.
Agosto: Cerrado por… para siempre…
Como decía en otro post, durante este tiempo de «Covid» he logrado transformarme, como el Ave Fénix resurgir de mis cenizas… Ahora soy un looser nómada, ya nada me ata a una mesa, por que el Bar ha cerrado… para siempre.
Se busca… looser’s table…