
¿Os habéis encontrado nunca? ¿Habéis tenido esa sensación?
¿Sí? ¿Y como habéis reaccionado? Yo lo he vivido recientemente.
Obviamente sólo hay dos formas de “estar” al otro lado de la valla: la buena y la mala.
La “mala” es la forma en la que viven la mayoría de los que pasan al otro lado de la valla: la situación se te lleva por delante, guiada por la tristeza, la melancolía o, mucho peor, la comprensible rabia. ¿Por qué es mala? Porque es de idiota… La situación se te lleva por delante. A pesar de la experiencia, de haber estado al otro lado, no eres capaz de hacer algo mejor, algo distinto; quizás cuando estuviste en el otro lado no pensaste jamás que la situación se podía girar, y no observaste con detenimiento lo que otras personas estaban viviendo, personas que, a lo mejor, estaban pasando al otro lado por primera vez… ¿Les preguntaste?
La “buena” ya os la he anticipado: se trata de controlar, agarrándote donde puedas, que la situación no acabe con lo poco que queda de ti. La experiencia se basa en adquirir todo lo que has vivido, no simplemente vivirlo. Adquirirlo implica observar, mirar, escuchar, ver,…. Y nunca es tarde para hacerlo: justo cuando pasas al otro lado, es un buen momento. En realidad es el mejor momento: tira de los recuerdos, haz memoria, revive el pasado y piensa y analiza,…, descubrirás las claves para saber estar al otro lado, tendrás las herramientas que te faltan para que la melancolía languidezca, la tristeza se diluya y la rabia se recicle en fuerzas… Justo las que necesitas para mirar el futuro a la cara y decirle: “Aquí estoy, conmigo no podréis”.
Sino habéis estado al otro lado, aun, de la valla… Prepararos… Porque vais a estar: no importa vuestra juventud, lo lejos que hayáis llegado, lo inteligentes que seáis, ni vuestra pericia, ni tan siquiera el dinero que podáis acaparar: llegará un día que la valla se abrirá o la barrera subirá, alguien os empujará con fuerza hacia el otro lado, caeréis y veréis como baja de nuevo la barrera o se cierra la valla.
Y ya! Estaréis al otro lado… Sin tan siquiera haberlo podido imaginar…