
Aun recuerdo, después de tantísimos años, como me sentía cuando inicié mi proyecto de fin de carrera.
La sensación es similar en los inicios de todos los grandes proyectos.
¿Ahogo? ¿Miedo? Tu mente te va diciendo constantemente que es imposible, que no vas a poder, y todos los inputs del entorno se tornan hostiles y alimentan esa sensación.
Es terrible. Te sientes mal y todo lo que hay a tu alrededor pasa a un segundo o tercer plano…
La experiencia me ha enseñado algunas cosas que puedo compartir…
El resultado de los proyectos en mi vida ha sido variopinto. En general la mayoría han sido exitosos. Pero también tengo algunos “desastres”.
Y siempre he hecho lo mismo, con independencia de lo complejos que fueran los temas. Siempre lo mismo, 3 simples acciones:
- Empieza. Olvida el ahogo, el miedo, la sensación de impotencia. Simplemente ponte. Y para ponerte pasa al punto 2.
- Organízate. Sin plan no hay proyecto. Y eso no quiere decir que el primer plan vaya a ser el definitivo, el perfecto. No. Pero con el primer plan vas a organizarte, a hacer un retroplanning para llegar a la meta.
- Revisa. Una de las tareas más importantes de un proyecto, en ocasiones mucho más que el contenido del propio proyecto (aunque pueda parecer contradictorio) es la revisión del planning. No cada día quizás, pero sí cada semana. Absolutamente imprescindible.
Siempre, sin excepción, he podido completar los proyectos en los que he seguido estos tres puntos. Y además, cada vez que revisaba el planning apagaba el miedo, cogía aire y se desvanecían los miedos y la sensación de no poder.
Perdonad si lo que explico es absolutamente superfluo, pero a veces, nos complicamos la vida innecesariamente, nos agobiamos de forma desmesurada y padecemos el bloqueo del analista.
Pues hay que desbloquearse… Por que acabar un proyecto… es una de las mayores satisfacciones que te da la vida…