Duele.

Te inquieta no poder dejar de pensar. No es que sea continuo ni extremadamente profundo. Quizás la edad lo relativiza todo. Pero aun así en algún momento del día, todos los días, vuelve a tu mente. Y tampoco quieres que no sea como es.

Fastidia.

Por que piensas cuál fue el hecho que lo cambió todo para llegar a cómo estás ahora. Pero no lo encuentras. Quieres buscarlo para ver si, como en las picaduras de las serpientes venenosas, existe el antídoto que lo deja todo com antes.

Te entristece.

Y nubla los deseos. Con fuertes tormentas de desazón, de estar “down” con lágrimas postizas que nunca acaban por salir.

¿Qué más da? ¿Qué importa lo que suceda a partir de ahora?

Has dejado de ser…

Pero… ¿Por qué no luchas? ¿Por qué no agarras la situación y envistes contra ella para que sea como tú quieres?

No veo cómo. Sólo veo enfrentarme a un ejército de dificultades. Un ejército  contra una unidad.

¿Y si te vas convenciendo vida mía?

HAS

DEJADO

DE

SER…

De acuerdo. Sí. Así son las cosas…

Y ya no me siento bien.

Me siento pequeño.

Débil.

Estúpido.

El tiempo es manto que cubre los recuerdos, y los transforma, y acaba por destruirlos.

Juega en tu contra. Cada vez el vacío será más grande. Y un día no podrás soportarlo y acabarás peor que mal.

Lo sabes. Te conoces.

No lucharé. Nadie me ha pedido que lo haga. ¿Para qué?

No lloraré. Llevaré la tristeza al límite en mis luceros.

No pediré nada. Cuando la decisión trasciende, ¿Qué sentido tiene pedir? ¿O quejarse?

El entorno no te ayuda.

A tu alrededor otros gozan de su momento por que son lo que tú has dejado de ser.

No demuestras debilidad.

Pero por dentro algo está roto en mil pedazos.

Y no importa. No importas. ¿A quién le importa aquel que ha dejado de ser?

A nadie. Y no lo superarás hasta que ni tan siquiera te importe a ti…

Escribí esto un jueves por la noche. Demasiado tarde para estar despierto. Demasiado temprano para esperar alguna cosa. Y sobre todo para evitar la melancolía de los viernes. Pero ya es viernes de nuevo. Ya hace tiempo que he dejado de ser… Pero aun me importa demasiado como para poderlo superar. Creo que no podré jamás.