
La vida nos regala momentos. Algunos se los podría ahorrar. Y otros son momentos neutrógena… Momentos donde una magia embriagadora inundan todo tu ser, toda tu vida, hasta el punto de no querer salir de ellos, de no saber salir de ellos, de despertar a media noche sin saber si aun sigues dentro de ellos.
Me he empecinado en tratar de entender como los Noruegos (al menos en la crema de manos pone “Fórmula Noruega”), a los que relaciono con un pueblo tosco, supongo que influenciado por las historias de Vikingos, son capaces de hacer una fórmula que da como resultado un potingue tan suave, tan envolvente, a la vez que deslizante. Y es que a los Noruegos, por cierto, su primer rey reconocido se llamaba Harald Caballera Hermosa (otra cosa que me choca por que me viene en mente un Noruego con pelo a lo “afro” y no se si pega mucho), bueno, que a los Noruegos les atribuiría más la fórmula de la piedra pómez o el papel de lija.
Pero en fin, sea como fuere, no dejo de pensar que una tarde cualquiera, de un día cualquiera, quizás, tendréis el privilegio de compartir con alguien vuestros propios momentos Neutrógena. Nunca sabrás cómo vivirlos. Algunos dirán “déjate llevar”, “vive el momento”, “abandónate a ellos”. Puede que tengan razón.
Sólo creo que hay que estar en sintonía con el momento y con quién lo estás compartiendo. Dije sólo pero es un mundo!
Y sobre todo agradecido a la vida por permitir vivirlos. Gracias.