
…SER…
… Normal y luego me esfuerzo por pensar más allá, como buscando lo que no soy.
Me sucede que siento siempre que quiero ir más allá de todas las cosas. Rehúyo de lo que es simple, cotidiano, popular o mundano. Me parece que debo exigirme más, siempre mucho más, aunque nadie me esté pidiendo nada…
Busco aquellos temas en los que puedo crearme un hueco, por pequeño que sea. Algo que mis allegados conozcan poco, que su mundo no esté alineado con el mío. Temas en los que sea fácil demostrar lo grande que soy, lo diferente y original que hay en mi. Y todo va bien hasta que me topo con alguien que sabe de verdad y luego se descubre que todo es un fraude, una pantomima, un reflejo vacío. Me doy cuenta que no he aprendido bien, que no razono como toca, que no he llegado a la zona de competencia inconsciente.
Se me da mal ser normal. No se decir palabras simples cuando es el momento. Y cuando lo hago, como no sé, queda tan raro, es como un «pegote» vital mal aderezado.
Voy de profundo, ilustrado, místico y metafísico. Y sí, es cierto, me gusta aprender, conocer, pero soy más simple y superficial que el mecanismo de un botijo (cómo odio esa expresión, supongo, por lo cierta que es). Llega un punto que todo lo que tengo por delante me asusta. Por que me absorbe, por que quiero llegar a lo más hondo pero a la vez quizás no tenga suficientes capacidades, o me nuble la vista o me haga cambiar mi vida. Es miedo. El miedo que tienen todos los normales. Y yo me empecino en pensar que no lo soy.
Mucha gente, a menudo, no se da cuenta de sus limitaciones, no es capaz de ver con claridad que no puede seguir más allá. Pero en general, aunque no saben bien bien por qué… lo asumen. Y así funciona su vida. Los expertos me reñirían por que se llenan la boca diciendo «puedes llegar donde tú quieras: los límites los pones tú». Y todos deberíamos saber que no es así: hay límites; y punto; del mismo modo que la mayoría de los humanos entiende que no podrán correr un maratón en menos de 2 horas,
Pero a mi no me ocurre eso. Me autoengaño pensando que puedo llegar y hacer lo que quiera. Mis capacidades sobradas permiten hacer casi todo lo que me venga en gana: ser un experto financiero, un gran programador, un solvente consultor en transformación empresarial, un coach de éxito y hasta un experto jugador de póker.
Por unos instantes la paradoja funciona: los primeros pasos son fáciles, a la vez que claves. Aprender las bases y perfeccionar y perfeccionar. Pero toca seguir, picar piedra, profundizar y trabajar duro. Y ahí viene el problema: a veces por mis limitaciones, a veces por mis miedos, incluso por desgana también. Sea como fuere, no avanzo hasta el final.
He llegado a pensar que mi mente ha construido un segundo subconsciente que se encarga de abrir mil y un temas como mecanismo de defensa al fracaso. Una excusa para cuando no llegue al fondo… «Es que claro»… son tantas cosas…
Deporte, informática, proyectos, programación, consultoría, lectura, incluso mi propia forma de escribir relatos, cocina, música, finanzas, cyberseguridad, póker, pasando por la propia trayectoria profesional o incluso mis amistades,… Todos son ejemplos de lo mal que se me da ser normal. Todos son pruebas concluyentes: no se hacer nada del todo bien.
Y no pasaría nada… El mundo está lleno de loosers como yo, conformistas o no, que no destacan en nada pero que ello no les quita el derecho de vivir. El problema viene cuando tú no quieres ser un looser más, no te crees en ese grupo, por que tú te ves distinto y único.
Y no es finalmente así…
¿Donde está lo que aprendiste en la carrera? ¿Cómo lo has puesto en práctica? ¿Aquello que perjuraste que sería tu futuro? Controlar la seguridad computacional. Pudiste hacerlo. Aprendiste lo básico. Te licenciaste con un esquema de compartición de secretos criptográficos. Que nadie recuerda y usa. Y ni tan sólo eres capaz de describir como funciona un algoritmo de encriptación.
¿Proyectos? ¿Cuál ha sido el último que has gestionado? ¿A cuantas personas ha involucrado? ¿Qué ha transformado? ¿Qué has aplicado para gestionarlo y seguirlo? Estuviste más de década y media vendiendo tu alma al diablo. Y ni tan solo tienes ahora un proyecto de gama media por gestionar.
¿Programación? No me hagas reir,…, faena tienes simplemente para gestionar este espacio donde escribes.
¿Consultoría? ¿Dónde ha quedado lo que te enseñaron con tiempo y paciencia tus grandes mentores? ¿Por qué no lo aplicas? Ya no transformas ni las pequeñas empresas con las que colaboras… Y se lo debes ha eses físico sabio, resabido de verdad, que te contó las claves, que desveló tus carencias, que te animó a potenciar tus virtudes y, sobretodo, a moverte en un entorno hostil…
¿Lectura? Cuento ya en años el último libro que terminaste. Y ya lo debes haber olvidado. Todo a medias, sin fecha para avanzar. Pero con fecha de caducidad ultra amortizada.
¿Relatos? ¿Cocina? ¿Música? ¿Finanzas? …. ¿Amistades? ¿Sigo? De verdad quieres hacerte tanto daño… Podría seguir, pero esta brecha en mi escudo, está calando hondo y todos sabemos lo devastador de un exceso de autocrítica. Así que… acabemos…
Se me da mal ser normal… pero… ¿A alguien le cabe duda lo looser que soy?
Dicen, por lo menos con cualquier adición, que el primer paso es reconocerlo. Conmigo quizás eso no sirva para nada.