No fuí para nada un mal estudiante. A pesar de ello, cada nuevo curso me provocaba cierta sensación de pánico y nervios. Quizás fue así desde mi infancia hasta casi segundo de facultad, donde allí éramos pequeños diablos veteranos con la mente centrifugando constantemente sin lugar para cosas tan serias como… el miedo.
Ya no se si el miedo es inherente de un looser o existe para todos igual. Lo que siempre recuerdo que septiembre suele ser el mes del «miedo»: es el inicio de un curso escolar y aunque las empresas funcionan de forma distinta, todo el mundo sabe que después de vacaciones, cuando el engranaje se pone a funcionar, se preparan los cambios, los presupuestos, las nuevas iniciativas y proyectos, las fusiones bancarias (!!!)… Es un mes de preparación hacia algo desconocido (o por lo menos poco conocido). Para mi, septiembre es el mes del miedo escénico…
Miedo empequeñecedor.
Miedo bloqueante.
Miedo que frena tus más ardientes deseos.
Miedo que acalla tu boca cuando está llena de verdades que merecen un grito a voces.
Miedo a perder lo que tienes y que tanto te ha costado conseguir.
Miedo a quedar señalado, en evidencia, y que la vergüenza y la mofa no te deje vivir como antes.
Miedo a la muerte, a los resultados de las pruebas, al futuro oscuro y desconocido
Miedo gratuito pero necesario.
Miedo innecesario y gratuito.
Miedo, miedo. ¡Mucho miedo!
Menuda herramienta para los que la saben usar ¿verdad?
Menuda losa para los que lo padecen y no saben vivir bien con él ni gestionarlo…
Todos hemos pasado miedo alguna vez.
Además es «inversamente proporcional» a tu grado de éxito… ¿o no es cierto que nadie es más feliz y valiente que el que ya nada puede perder? Bueno, muchos deberíais decir que NO es cierto. Sobre todo los loosers.
«El miedo es un sentimiento, y todos los sentimientos tienen unos rasgos comunes… Son un balance consciente de nuestra situación. Nos dicen cómo nos están yendo las cosas. El modo como nuestros deseos o expectativas se comportan al chocar con la realidad. Si nuestras esperanzas no se cumplen, nos sentimos frustrados o decepcionados. Si hemos perdido aquello en que poníamos nuestra dicha, nos sentimos tristes o, en casos extremos, desesperados. Si surge un obstáculo que nos impide la culminación de nuestro propósito, experimentamos un sentimiento de furia, que nos impulsa a ir contra el impedimento. Pues bien, si percibimos un peligro que amenaza nuestros deseos, lo vivimos como miedo.
Pero un rasgo muy importante de cualquier sentimiento, como el miedo, es que inician una nueva tendencia. Nos movilizan, cambian nuestra atención desde lo que estamos haciendo hacia la nueva situación. Una gacela está bebiendo, pero un estímulo amenazador o al menos nuevo llega a sus oídos. Deja de beber, concentra su atención en esa advertencia de peligro. Posiblemente dará un salto y huirá. El miedo dispara los mecanismos de huida. Los sentimientos están directamente relacionados con la acción.
Christophe André es un conocido experto en miedos que dirige una unidad especializada en tratarlos en el Hôpital SainteAnne de París. En uno de sus libros recomendaba la creación de una «escuela del miedo» que cumpliera los mismos servicios que realizan las llamadas escuelas de asma o diabetes: desdramatizar, desestigmatizar, informar, explicar el problema. Conocer el mecanismo de los miedos puede ayudar, si no a hacerlos desaparecer, al menos a tenerlos más fácilmente bajo control. Por ello, los psicólogos sensatos suelen dedicar el tiempo necesario a explicar a sus pacientes los mecanismos de sus miedos excesivos. Esto permite desmontar las creencias erróneas que están en el fondo de muchos miedos -ya hablaremos de ellas-, salir del círculo vicioso de la culpabilidad y de las preguntas inútiles -¿soy responsable de lo que me pasa?-, para adoptar una postura más activa: ¿qué puedo hacer con mis miedos? »
ante esa última pregunta, ¿qué puedo hacer con mis miedos? pues dar unas palmadas…
-¿Para qué das esas palmadas?
-Para ahuyentar a los elefantes.
-Pero si aquí no hay elefantes.
-Lo ves como funciona.
Me gusta «la cartografía léxica» que propone Jose Antonio Marina en su artículo de «Anatomía del miedo: un tratado sobre la valentía»…